Para empezar solo se me ocurre una palabra: MAGNÍFICA. Nuestra llegada a Génova fue espectacular, desde el barco divisar el puerto y la belleza del lugar ya nos dio una primera impresión de lo que nos esperaba y realmente eso solo fue el principio. Todo en esta ciudad italiana es único, desde las calles, algunas estrechas y antiguas, con sus casas de colores que nos recordaban a las películas italianas de hace unos años, hasta lo que es la ciudad en sí, nos ha dejado impresionados. La verdad es que no hay rincón que no valga la pena para visitar y la gente, por lo menos con nosotros, ha sido siempre muy amable y dispuesta a ayudarnos. Pero si hay algo que nos hemos llevado como el recuerdo más grato, ha sido por descontado los sabores y los olores de Génova. Creo que hemos probado todos los platos típicos habidos y por haber y ninguno de ellos puede destacar por encima de los otros. Desde bien pronto por la mañana en las panaderías se ponían a la venta las ”focaccie”, que son una especie de pan salado, algunos rellenos de un queso exquisito fundido, hasta los principales platos con el ”pesto genovese” , una salsa verde hecha principalmente con albahaca, que era una delicia. Los platos de pescado y marisco recién pescados los había de todas las maneras y, en fin, que por comer desde luego no hay que preocuparse. Pos supuesto también hemos visitado la iglesia de San Mateo y la Catedral, y desde luego hemos paseado por Via Garibaldi asombrándonos de todo lo que esta calle contiene tanto de belleza arquitectónica como de historia. La Piazza Ferrari y los parques públicos también son algo impresionante. Lo cierto es que ha sido una semana fantástica, en la que además el tiempo nos acompañó y pudimos disfrutar de lleno de toda la ciudad.
