Nuestro viaje a Alemania ha sido una experiencia preciosa. Lo cierto es que este país tiene muchos encantos inigualables al resto de otros lugares, y tanto su forma de vida, como sus gentes y su cultura social, hacen que la estancia en este país sea perfecta. Hemos podido visitar muchas ciudades y lugares muy conocidos y emblemáticos, pero sin ninguna duda, uno de los que más nos ha dejado huella, por lo mucho que significa en general todo lo que en él hemos visto y vivido, es el Museo Judío de Berlín.
Como bien os podéis imaginar, está ubicado en la capital de Alemania, y es una oportunidad única de tener una clara y, en algunas ocasiones, cruda, realidad de la historia de una parte muy importante de nuestro pasado y nuestra sociedad.
Ya desde fuera, el aspecto es impresionante, pues su estructura pretende simbolizar el holocausto, y realmente, lo consigue con creces. Por supuesto que no solo se puede ver la época de la Alemania nazi, puesto que el museo es un recorrido muy completo y significativo de la comunidad judía en este país, pero sí es cierto que la parte que hace referencia a esa época de nuestra historia, es realmente impresionante y provoca muchas sensaciones variadas, y no hay que perderse esta visita si nuestras vacaciones pasan por Berlín, porque, por lo menos a nosotros, nos impactó mucho y en muchos aspectos, sobre todo por la parte llamada hojas caídas, que no vamos a desvelar en qué consiste, pero que desde luego deja impresionados a todos los que pasean por ese recorrido dentro del museo.
Lógicamente, en la ciudad de Berlín ha muchísimos más rincones y monumentos históricos y culturales que visitar y admirar, pero podemos asegurar que el Museo Judío de Berlín es una visita obligada para todos, porque es una manera muy real y didáctica, de pasar por nuestra historia tanto de la mala, como el caso del holocausto, como de la buena, como el caso de la caída del muro.