Este ha sido un viaje muy deseado que finalmente hemos podido llevar a cabo y que no nos ha defraudado en ningún momento. Desde el primer momento en que divisamos la isla desde el avión, creo que entendimos todas las maravillas con las que nos íbamos a encontrar al aterrizar, y desde luego creemos que es un lugar maravilloso que debería ser visitado por todos los que aman los paisajes, la naturaleza y la tranquilidad.
Lo primero que hicimos una vez alojados en el hotel, y debido a la hora de nuestra llegada, fue comer, y lo cierto es que todo lo que probamos nos pareció exquisito, desde los entrantes hasta los postres, pasando por una variedad increíble de platos, que en un principio pensamos que eran solo parte de la restauración del hotel, pero que durante nuestros días pudimos constatar que son parte de la gastronomía rica y variada de la isla de Fuerteventura.
Empezamos nuestras visitas turísticas por el Parque Natural de las Dunas de Corralejo, donde descubrimos unas playas magníficas en las que pasamos unos momentos inolvidables, pues están muy bien cuidadas y el mar es transparente y cristalino. Después de nuestra primera experiencia en aguas isleñas, nos dirigimos a la Montaña de Tindaya y nos encantó todo lo que pudimos ver y por supuesto fotografiar en todos los rincones y desde todas las perspectivas.
Pero lo que más nos gustó, y de hecho volvimos en más de una ocasión, fue la parte de la isla llamada Pájara, donde está el Parque Natural de Jandía, que nos regaló unos paisajes impresionantes llenos de colores y vistas que son imposibles no recordarlos durante mucho tiempo. Además de poder disfrutar del panorama natural, lo impresionante es también ver la gran cantidad de especies que lo habitan y que hacen de este parque un paraíso en todos los aspectos que nos podamos imaginar.
Ha sido un viaje muy bonito y que recomendamos con mucho afán, pues todo lo que uno se encuentra por su paso por Fuerteventura resulta ser algo extraordinario y bello que vale la pena vivir.