Desde el primer momento que pusimos pie en la ciudad de Rio de Janeiro, empezamos a vivir toda una experiencia. Para mí era la primera vez que viajaba tan lejos y solo para pasar un fin de año, pero la verdad es que valió la pena y volvería a repetirlo una y otra vez.
Se respiraba en el ambiente desde el momento en el que llegamos lo que era toda la preparación de la fiesta de bienvenida al año nuevo, puesto que por las calles había música y muchas veces incluso en directo. Todo estaba volcado a lo que en unas pocas horas iba a ocurrir, y aún sabiendo que la ciudad estaba llena de turistas como nosotros, lo cierto es que en ningún momento sentimos agobio, todo lo contrario, era como que te dejabas llevar por el ritmo y los colores y cada momento que pasaba nos sentíamos más animados.
Quisimos pasear por las calles de Rio de Janeiro para conocer un poco la ciudad y quedamos encantados, tanto por lo que es la ciudad en sí, como por las personas, siempre muy amables y complacientes con nosotros. Estuvimos probando además varios platos típicos y bebidas, y no sabría decir cuál de ellos nos gustó más.
Ya en el hotel, nos preparamos para ir a la gran fiesta, y la verdad es que todo lo que pudimos imaginar, se vio hecho realidad y con creces. El espectáculo de luces, color y música, el ambiente en la playa de Copacabana, el clima, el paisaje… en fin, todo era extraordinario, y ha sido una experiencia increíble que no se puede explicar con palabras, hay que vivirla en directo para poder sentir todo lo que se trasmite en ella.
La fiesta duró hasta muy tarde, y además pudimos ver como los habitantes, y algunos turistas también, ofrecen flores o regalos a la diosa del mar que en Rio de Janeiro es muy importante, e incluso ese espectáculo de ver a tanta gente vestida de blanco arrojando flores y ofrendas al mar, es toda una experiencia que provoca muchas sensaciones y sentimientos.
Solo hay una palabra para describir el fin de año en Rio, y es espectacular.