Fueron solo dos días los que pudimos escapar a Marrakech, pero valieron la pena y desde luego fue como un pequeño aperitivo para el próximo viaje que haremos allí, pero esta vez para pasar más tiempo. Es una ciudad llena de magia y encantos, y creo que las más turística de Marruecos, y lo cierto es que hay muchas maravillas por conocer en ella, aparte ya solo del hecho que recorrer esas tierras fue toda una experiencia indescriptible.
Empezamos lógicamente por dirigirnos a la Medina. No hay otra palabra para describirla que impresionante. Lo mejor es ir en persona y descubrir cada uno lo que en ella podemos encontrar, porque ciertamente es una visita que no se puede describir con palabras. En la Plaza Jamaa el Fna nos hicimos todo tipo de fotos, y casi pasamos todo el día en ella porque lo que se ve y se vive es demasiado curioso y a la vez entretenido.
Otro lugar que no quisimos perdernos fueron los Zocos, y todo lo que sale en las películas se queda corto cuando la vivencia es en persona, el regateo y los puestos de tenderetes son infinitos, y caminar por este lugar es como entrar en un gran laberinto del que al final no sabes ni cómo salir. Pasamos también por supuesto por el Palacio Bahía, y nos quedamos asombrados de los lujos y la elegancia de todo el conjunto del palacio, la visita resultó ser mucho más de lo que en un principio imaginábamos.
El siguiente día pasamos unas cuantas horas en el Menara, y la verdad es que nos gustó bastante todo lo que vimos, invita a pasear mucho y a disfrutar del parque, aunque no nos atrevimos a bañarnos en el estanque.
En total fueron dos días muy entretenidos y llenos de lugares insólitos, y aunque no pudimos ver ni la mitad de lo que realmente ofrece Marrakech, ya nos hicimos una idea de lo que nos encontraremos la próxima vez que decidamos ir a esta ciudad de Marruecos.